Can Moyas

Can Moyas Buenos arroces cerca de Barcelona. La decoración del restaurante es sencilla y bonita. El personal muy atento y amable Cominos un entrante de calamares a la plancha con cebolla confitada, muy bueno pero algo escaso. De segundo pedimos la paella Can Moya. El arroz estaba en su punto de cocción aunque muy pasado de sal. La ración de arroz era generosa. La carta de vinos es extensa y me llamó la atención que no ofrecieran ningún rivera de Duero. No tomamos postre. El único defecto que le saco es ruido horrible que hay en el local. Quizá se podrían separar un poco más las mesas.

Del Can Moyas destacó la calidad de sus ingredientes, de hecho fuimos buscando una buena paella y acertamos. El arroz en su punto y de exquisito sabor, las raciones son correctas. Lo que a mi me pareció escasamente servido y caro fue la ensalada que pedí de primero, por lo demás todo excelente. Es un sitio en el que se come muy cómodo porque las mesas no están pegadas y eso se agradece. Los salones son amplios y ves la cocina, que por cierto está impecable. El servicio es amigable. Y respecto al parking, tienes que dejar tu automóvil en la zona azul de Castelldefels.

Restaurante acogedor y tranquilo, vamos el sitio ideal para comer ó cenar. Disponen de una amplia carta donde puedes elegir los platos que te apetezca. Nosotros nos decidimos por la Paella de Can Moyas y el resultado fué espectacular. Si tuviera que puntuar la Paella del 1 al 10 yo le pondría un 20. Los Camareros muy atentos y super rápidos. Aconsejable reservar mesa.

Un restaurante de ambiente tranquilo y con muy buen servicio. Los camareros son muy amables y atentos. En nuestro caso elegimos el menú del día que consta de unos platos establecidos cómo entrantes para compartir, el arroz a elegir de los que hay en carta y postre. Nosotros comimos: ensalada con atún, boquerones fritos, mejillones a la marinera y tallarines de entrante y después, elegimos el arroz de presa ibérica y gambas. Todos los platos súper ricos y el arroz muy original y sabroso. Un lugar para repetir sin dudarlo.

Una muy interesante opción en Castelldefels. Rango de precios algo elevados, calidad soberbia y platos elaborados. Las paellas bien ejecutadas. A destacar las torrijas, divinas. Platos mediterráneos y selección de tapas. La carta va cambiando según temporada o ciertos plazos de caducidad en función de la dirección de la sala, manteniendo los tradicionales del negocio. Diseño de vanguardia sin renunciar al confort. Atención del staff impecable. Mención especial a Manolo con su rápido y efectivo servicio aparte de un más que amable trato. Tiene aparcamiento privado que los fines de semana se intuye completo en poco tiempo por lo limitado del espacio. Una opción super recomendable en una zona con una muy importante oferta gastronòmica.

Comimos muy bien, la paella de la casa muy buena , las tallarinas muy ricas también. La primera terraza se estaba muy a gusto. Del servicio destacar el chico moreno que nos trajo los platos muy amable. Pero el que nos trajo las cartas al principio, uno alto calvo, bastante desagradable, ni saludarnos y simplemente nos tiro las cartas en la mesa con malas formas y se fue.

El ambiente es muy bueno, amplio y cuidado. Nos tocó una zona bien climatizada, pero por algunos comentarios parece que no es así en todo el restaurante. La atención de los camareros muy bien. La comida en general muy buena. De entrantes probamos la ración de tallarinas (algo saladas y en otros lugares más buenas), la media de mejillones a la marina (muy grande y sabrosa) y la media de croquetas de cocido (caseras totalmente). De plato fuerte compartimos el chuletón de vaca gallega madurada de 1kg, acompañada de patatas (puedes elegir mitad de patatas al caliu y fritas). La carne era de calidad. Echamos de menos unos chupitos para acabar o algún detallito que vimos que tuvieron con otros clientes.

La comida está bien, las porciones de paella quizás un poco escasas, comparando con otros sitios de la misma calidad y precio. El servicio rápido y amable aunque se les olvidó darnos toallitas limón y se lo recordamos. Mala suerte la nuestra que los comensales que estaban al lado comían carne a la piedra y había mucho humo y acabamos oliendo a carne.