Casa Lucio

Estuvimos en agosto de tapeo y nos gustaron tanto las tapas, que nos animamos a quedarnos a comer. El trato de la camarera y del cocinero con nosotros y con nuestro hijo de 3 años fue extraordinario (le pusieron al niño incluso un plato de boquerones fritos para que comiera y un heladito de postre, sin pedírselo y SIN COBRARLO, cosa que es un detallazo y que no tienen porque hacer). La camarera encantadora y pendiente del más mínimo detalle, el cocinero (imagino que será el tal Lucio) simplemente decir que este señor tiene magia en las manos, es muy difícil elevar una simple tapa de pisto manchego o una sencilla ración de patatas revueltas con huevo a la categoría de manjar. Nosotros que somos de buen comer, quedamos bastante saciados por la cantidad de las raciones, el precio de las cuales está muy acorde a la situación del establecimiento (está en pleno centro de la ciudad) y sobre todo a la calidad de la cocina que dispensan, unos precios que para nada son desorbitados. Solo un apunte más para los viajeros como nosotros, las mollejas están espectaculares, les aseguro que son las mejores que he probado en mi vida.