Manzanilla

Cuenta con estacionamiento en un lote baldío, pero hay un guardia a la entrada. La entrada al restaurante es rara pues parece entras por las parte trasera. Ya adentro del establecimiento la ambientación asemeja un diseño steampunk bastante acogedor. El servicio de la mesera excelente. El cóctel Margarita oaxaqueña delicioso, sirven de cortesía 2 pequeños sopes con frijol negro, una porción se agradece pero es extremadamente pequeña. Las entradas son individuales pues son muy pequeñas, pedimos el abulon en pipián, estaba bueno. De plato fuerte la pesca del día y el risotto, la pesca del día exquisita, con su caldo de pescado con mantequilla y aceite de oliva. El risotto bueno sin más. El postre de nieve de queso excelente. El rol de canela no tanto. En general muy bueno, la cuenta para 2 de 1800 aprox.

Manzanilla es un lugar que constantemente cambia su menú por lo que siempre se encontrarán nuevas opciones. La sazón siempre es muy buena, por lo que, en sabor nunca va a fallar. Desearía recomendar platillos peeeero seguro ya no estarán en el menú para la próxima visita, así que consideren que ir es una apuesta pero los ingredientes son 100% de alta calidad, por lo tanto, el resultado es bueno.

Extraviado entre el vacío y olores portuarios, después de cruzar la caseta de vigilancia del puerto, la única señal que indica que estás en el lugar correcto es una tradicional señalética amarilla con una figura en negro de un anónimo peatón , es la entrada al estacionamiento de tierra que parece que has llegado a la trastienda de una lavandería china donde se trafican ultramarinos descatalogados. A unos escasos veinte metros está la entrada a Manzanilla, pero la primera puerta conduce a una especie de estancia a cielo abierto , puedes llegar a pensar que estás en el lugar incorrecto pero al cruzar la puerta de ingreso al restaurante te sientes como un viejo marinero al contemplar su tierra natal, extrañamente familiar. Uno piensa en la idea moderna de los recuerdos involuntarios cuando un bocado nos transporta de golpe a un suceso o momentos del pasado, pero un bocado también puede operar a la inversa, puede encapsular un recuerdo para el futuro, y esto sucede en Manzanilla. En cierta manera evoca a esos bares de marineros noruegos que hacen a la vez de oficina postal, el menú es una carta postal donde podemos leer los caminos y las pasiones de Solange y Benito. Cocinar es un acto de resistencia contra la velocidad en este mundo acelerado, sigan detenido el tiempo, haciendo literatura, contando historias, generando recuerdos, imaginando futuros.

Probé la pesca del día, que consistió en filete de pez roca con piel dorada, sobre un caldillo de pescado y frijol negro, de postre me recomendaron el rol de canela con nieve de queso. En general me gustó mucho el sabor de ambos platillos. El servicio, es eficiente, aunque me hubiese gustado que se acercaran a la mesa para asegurarse que la experiencia fuera buena. Aunque después de todo la explicación del platillo es muy detallada. El lugar es amplio, limpio, bien ventilado y cómodo. El precio está por arriba del promedio, mi cuenta fue cercana a los $500.00 incluyendo bebidas. Aún así, creo que esta bien. Mi único pero, es que para ser la primera vez, se me dificulto encontrar el lugar, no tiene un anuncio grande para llegar a la primera, esta al final del corredor, para quienes vayan por primera vez.

Estamos muy contentos de que nuevamente este lugar este al tanto de la chef Solange, somos de los cabos, y nos encantaba ir especialmente a cenar a este espacio.. con suerte encontrábamos muy seguido a Benito & Solange y todo era espectacular.. después dejamos de ir por w se notó que ellos no estaban en el lugar.. y me refiero a su cuidado y mano.. este febrero fuimos a festejar mi cumpleaños y nuevamente notamos lo rico que es... Había un problema con la terminal y salió la chef a resolverlo y ahí nos dimos cuenta el por qué de nuevo era genial.. :). 100% recomiendo este lugar. Por cierto regresamos la noche siguiente aprovechando lo rico.