La Abadía De Eslonza

Hoy ha sido una grata sorpresa descubrir este lugar, que el magnífico trato y cariño que te demuestran las camareras desde el primer momento, se vea acompañado por una comida llena de sabores que te llevan a la cocina de tu abuela, es muy difícil de encontrar. Salimos enamorados del arroz con boletus (fuera de carta). Indudablemente, disfrutaremos de nuevo en el futuro de su trato y comida

Sitio super especial. La comida es de diez. Lo mejor es dejarte aconsejar por la camarera, que por cierto es súper agradable, chapó por ella. Las raciones son grandes y de calidad. Recomiendo la ensalada templada de puerros y el bacalao, a mi parecer está buenísimo, y de postre la tarta de la abuela. Lo dicho, restaurante súper recomendable, de diez y saliendo de la rutina de la capital o los pueblos más grandes.

Nuestra primera visita a La Abadía de Eslonza fue mucho mejor de lo esperado. Fue una comida imprevista pero la experiencia superó con creces nuestras expectativas. Un arroz con boletus nos anunciaba cómo iban a presentarse los siguientes platos. Cremoso, con una presencia incontestable de los hongos y unos espárragos trigueros tiernos y sabrosos. El bacalao al ajo arriero, jugoso, en su punto exacto y presentado en cazuela honda de barro, con los ajos crujientes y sedosos. Para no dejar de mojar pan -riquísimo, por cierto- en la salsa. El entrecot, protegido por una grasa externa entre blanca y rosada, con vetas infiltradas, de sabor exquisito y en el punto justo, se deshacía en la boca. Y los postres caseros, una tarta de naranja de textura aterciopelada, con el punto adecuado de dulzor y el toque cítrico refrescante. Y una crema de queso en vaso, con base de polvorón y con una nube de membrillo, espectacular. El lugar, con decoración rustica y toques curiosos, muy acogedor, y la atención profesional y cercana, haciéndote sentir en todo momento como en casa. Pendientes de todo y muy detallistas. No estaba en nuestras rutas habituales. Hasta ahora. ¿Que si volveremos? Sin dudarlo.

Me alucina este sitio. Siempre hemos comido de maravilla. El guiso de morro y oreja, riquísimo. Las albóndigas están brutales. La ensalada de cogollos (fuera de carta) muy buena también. Cantidades perfectas. Las camareras son una maravilla. Agradables, sinceras, simpáticas y muy naturales. Trato cercano, que yo personalmente agradezco mucho. Hemos podido comer en varias ocasiones con nuestra perrita en la terraza. Seguiremos volviendo 😊

Fuimos guiados por las buenas críticas y resultó todo un acierto. Unas croquetas muy ricas, el lacón muy bueno y como platos principales pedimos unos escalopines al queso y albóndigas con langostinos, todo muy rico, además las tartas deliciosas, nos atendieron de maravilla, muy amables todos, la camarera muy simpática

Comedor no muy grande con una decoración rustica muy acogedora. Las chicas que atienden son estupendas, te tratan como si fueras familia y te asesoran perfectamente, llegando incluso a sugerirte que reduzcas cantidades (las reciones son bastante grandes). La carta no es muy extensa pero lo que nosotros comimos nos parecio riquisimo (los pimientos rellenos de morcilla con mermelada de tomate estaban espectaculares). El precio muy bien. Sin duda repetiremos cuando estemos por la zona.