Viuda De Vacas

Un gran clásico. Llevo años comiendo en el Viuda de Vacas, desde que estaba en la Cava Alta. Siempre me ha parecido un sitio muy auténtico con comida castiza rica y sin pretensiones. La chistorra es espectacular, nunca puede faltar para comenzar a abrir boca. Hacen unos callos excelentes. Los boletus también están muy ricos y sus guisos por supuesto! El ambiente está bien, y los hermanos no pueden ser mas majos. Espero que les vaya muy bien y por muchos años mas!

Comida casera, muy buena . Las salsas para mojar pan muy ricas. Comimos gallina, rabo, morcillo y bacalao. Para mi el rabo y la gallina deliciosos ( muy caseros) . La tortilla de patatas que hacen los fines de semana muy muy buena . Altamente recomendable , aunque Los postres cero que son su punto débil .

Comí allí dos veces la semana pasada, una en pareja y otra solo, y sólo puedo decir que la calidad es correcta. Un servicio amable y muy atento combinado con una cocina con los pies en la tierra y en parte tradicional hacen que este restaurante sea adorable. De vuelta pronto en Madrid, una próxima visita está garantizada. ¡Seguid así!

Un lugar concurrido para comer comida tradicional casera, que re ofrece platillos con ingredientes de temporada. Probamos las croquetas de calamar en su tinta ¡buenísimas! Y boletus a la sartén (que son zetas u hongos) que la sencillez del platillo no te confunda, están deliciosos. Cerrando con la oarte dulce con un bavarois de piña que este no me gustó. El baño está escaleras abajo, así que no es muy amigable para personas con poca movilidad.

Es un lugar mítico de la cocina tradicional de Madrid. Anteriormente estaba en la Cava Alta y después se movieron a su actual ubicación. La comida muy buena, el servicio y el ambiente. Un lugar que no te puedes perder. Las Croquetas, los torreznos, codorniz rellena de foie y boletus, y rabo de toro espectacular. Aconsejable reservar.

Conozco este restaurante desde hace 25 años cuando estaba ubicado en la Cava Alta. En el actual emplazamiento lleva 18 años. Y he de decir que desde entonces no ha perdido su esencia: platos de comida casera elaborados con cariño y paciencia. Entre ellos destacan la gallina en pepitoria, los calamares en su tinta, las croquetas y, en general, absolutamente todo. Sabores y texturas insuperables. El servicio es muy campechano y agradable. El local encantador y los precios correctos. Uno de mis restaurantes preferidos de todo Madrid.