La Quiniela

Pocos lugares más peculiares para comer bien te vas a encontrar. Te apuntas en una pizarra, picoteas en un ventanal mientras los ves enharinar y freir, comes literalmente bajo un puente, te hacen la cuenta en el mantel, y pagas en efectivo. La fritura es cojonuda, y las sardinas y los boquerones. Buena calidad-precio.

Salimos gratamente sorprendidos, TODO estaba BUENÍSIMO, la atención rápida y amable a la vez que “amistosa” de todo el personal hizo que la experiencia fuese maravillosa. El ambiente da lugar a pasar un buen rato disfrutando de la comida, perfecto para familias o grupos de amigos! El espeto de sardinas más rico y con mejor sabor que he comido, las berenjenas fritas igual, y el gazpacho… madre mía, que bueno estaba, de hecho, volvimos al día siguiente y pedimos una para llevar al haber finalizado la comida. Muy buen precio teniendo en cuenta que la calidad del producto y las cantidades eran bien generosas!

Chiringuito pintoresco de Málaga. Conocido como “El Puente Romano” por el puente que pasa por encima. Muy buenas raciones, con buen material y bien fritos y espetados. Precio muy acorde. No reservan, te apuntan en la famosa pizarra, y según vayan quedando mesas van llegando turnos. Trato cordial y amable. Si tienes paciencia es una visita recomendada.

Primera vez que voy. Negocio familiar. Ubicación singular en el cauce de un río seco. No es sitio bonito estéticamente pero se come Muy Bien. Mayormente pescados y mariscos. Precios asequibles. Tienes que reservar el mismo día, a partir de las 11h de la mañana. Los lunes cerrados. Muy cerca de la playa.

Desde mucho antes de tener uso de razón íbamos a este chiringuito con nombre mil a disfrutar de unos buenos espetos y la calidez del equipo. A día de hoy seguimos yendo. Ahora yo muchos años después con amigos y otros círculos intentando mantener una “tradición” viva. Gracias por ser nuestro lugar de encuentro.

Puedo asegurar, que en mi opinión,es el mejor chiringuito de la costa, que no es poco decir. Conserva el encanto de los restaurantes de antes, el trato familiar que te hace sentirte tan cómodo, el que te hagan la cuenta en el mantel de papel, siempre con una sonrisa. Y el pescado fresco de verdad. Todo lo que puedas pedir aquí es éxito asegurado. Esos espetos de sardinas, hurta, jureles, etc. No te dejes engañar por la ubicación, en medio de la desembocadura de un arroyo, que a priori no es lo más estético del mundo. Si quieres comer muy bien, como en los buenos chiringuitos de antes, tienes que venir a la Quiniela. No te decepcionará.